Generalidades

04.04.2012 12:00

El cáncer de mama es el tumor más frecuente entre las mujeres occidentales y su diagnóstico precoz no solo conlleva una mayor posibilidad de curación, sino que además evitaría la realización de una grave mutilación como la mastectomía. Algunos procedimientos potenciales de cribado, en concreto la autoexploración mamaria mensual ha dejado de ser recomendados casi unánimemente por su ineficacia en la reducción de la mortalidad y los inconvenientes asociados, en concreto la elevada frecuencia de resultados falsamente positivos, biopsias innecesarias y ansiedad en la paciente. Con respecto a la exploración mamaria realizada por un profesional, es capaz de detectar el 18-25% de los tumores. Está recomendada por la American Cancer Society y por el National Cances Institute. Según otras guias ( por ejemplo la que se sigue en España) no está recomendada debido a su escasa evidencia. No existe evidencia de que su asociación a la mamograffa mejore los resultados de esta (USTFP). 

La mamografía es el método de elección, capaz de detectar hasta un 85% de los tumores en fase pre-clínica, porcentaje que justifica por si solo la trascendencia de estos programas. Aún cuando quizás pudiera ser todavía ás eficaz asociada a una exploración clínica, no existe, de acuerdo a la USPSTF evidencia para incluir esta alternativa. La mamografía permite la detección de tumores no palpables en clínica, y un aumento en el diagnóstico de carcinomas in situ. Hay, sin embargo, discusión sobre la población que debe ser cribada, el tipo de mamografía, el proceso de lectura y los de revisión y confirmación diagnóstica. Actualmente, según la USPSTF y la ACS, se recomienda su inicio a los 40 años, haciendo una doble proyección mamográfica anualmente o cada 2 años, sin límite superior de edad. También hay controversia sobre su impacto en términos de reducción de mortalidad. En los programas suecos se ha objetivado una reducción total de la mortalidad de un 30%, que llega a ser del 40% en las mujeres mayores de 50 años, edad en la que el riesgo de cáncer es claramente significativo, y en la que la intervención modifica sobremanera la supervivencia. Al contrario, entre los 40 y 50 años, la reducción no parece ser superior al 10%. Por este motivo, y considerando los recursos y la estructura sanitaria de cada país, la edad de inicio puede ser aceptablemente un poco más tardía. Esto no es óbice para que las mujeres de alto riesgo, por historia familiar, predisposición genética o historia personal de cáncer de mama se sometan a cribados más precoces, frecuentes y que incluyan otras pruebas diagnósticas complementarias, como ecografía o RNM, si bien esta no es una estrategia de prevención secundaria poblacional.